LEER PARA SENTIR
San Juan, M. (2014). Leer para sentir. la dimensión emocional de la educación literaria. Impossibilia, 8, pp. 155-178
El texto Leer para sentir entrega una visión que permite comprender que la lectura de una obra va más allá de los hechos textuales que se puedan desprender de esta. Se debe considerar el dialogo que pueda establecer el lector en su contexto determinado con la obra a la que se está enfrentando. Se debe tener esto siempre en consideración a la hora de guía la lectura de nuestros estudiantes.
San Juan, M (2014) inicia el texto señalando que la "UNESCO ofrece un resumen de la investigación internacional sobre la promoción de la lectura: los niveles más altos de lectura se dan entre los siete y los trece años, edad en la que decae de forma significativa el interés lector" (p.157). En el texto se destaca lo preocupante que es que a medida que crecemos (y se avanza en la escuela) los niveles de lectura vayan decreciendo considerablemente. El asunto, evidentemente es multifactorial, sin embargo, se destaca la labor de los docentes al momento de incentivar la lectura y al elegir los textos para los estudiantes y los obstáculos a los que dichos profesionales se enfrentan. De lo anterior se desprende por un lado que "la más difícil tarea del docente era la selección de los textos más adecuados: se debía procurar que fueran textos controvertidos, debatibles, y hacer comprender a los alumnos que la obra es fruto de un ser humano en unas circunstancias históricas y sociales determinadas" (San Juan, 2014, p.160) y por otro a que "tres son los principales obstáculos que los profesores mencionan para convertir la discusión literaria en una actividad habitual: la falta de tiempo, el riesgo que supone crear situaciones de comunicación oral en el aula y la dificultad de muchos alumnos para expresar opiniones personales" (San Juan, 2014, p.164).
Otro aspecto fundamental es la necesidad de adecuarse a los intereses de los estudiantes, esto ha generado una apertura del canon en la que se ha incluido obras mas cercanas a los lectores como es por ejemplo la literatura juvenil (San Juan, 2014). Esta, en general, se encontraba siendo abordada fuera de la escuela y, al incluirla, es factible estimular la lectura personal y, por tanto, establecer los llamados vínculos emocionales profundos que se dan entre "los contenidos temáticos del texto, sus valores éticos y sociales, representados de forma simbólica a través de las situaciones humanas que viven los personajes, y los conflictos o situaciones en los que se encuentran inmersos los lectores concretos, niños o adolescentes en formación de su personalidad, su concepción de la realidad social y sus pautas de comportamiento" (San Juan, 2014, p.165).
Que el estudiante se implique e involucre emocionalmente con el texto será un componente sustancial del proceso lector. En este sentido, se deben favorecer las experiencias gratas de lectura con el fin de sentar las bases para la construcción de lectores literarios (San Juan, 2014).